"La guerra de los corderos y las flores"
Como un pintor que cuenta con un paisaje hermoso, tan bello, tan complejo, tan misterioso y sincero a la vez, que le es imposible retratarlo en su lienzo, pues ante lo sublime el ser se reduce a la simple visión, el espectador.
El adivino es capaz de ver la ternura detrás de la astucia ...pretendo serlo.
¿Que siente el pintor ante dicho paisaje?, ya no es pintor porque no pinta, pero igual no es un simple espectador ya que alguna vez pintó. ¿Quien es entonces?
Como las estrellas, inalcanzables... es tan grande el anhelo del hombre por ellas, que se vió en la necesidad de materializarlas. ¿Cuan grande sería la decepción del hombre al pensar que el puntito blanco que tanto quiso, al mismo que pidió ese secreto deseo, en verdad es una cantidad insignificante y cuantiosa de materia acumulada?, un comun cuerpo celeste. Pero entonces recordaría todo lo que ese cuerpo hizo por el, las noches que lo veía, esa mirada perdida y recíproca, aquel deseo secreto, aquella compañía y ternura. Y el cuerpo vuelve a ser un puntito minusculo, el que siempre quiso, y la decepción ya no existe... pena por haberla sentido.
El puntito blanco quedó en su imaginación, y ahora es una hombre de las estrellas, uno de puntitos blancos, esos que en las noches tardaba horas en contar, los mismos que unía su corazón formando figuras que sólo para el tenían sentido.
Así que es mi deber decir que tengo una estrella, y no una cualquiera, pues aunque la mía también brilla y titila, es de color azul, no azul bebé, tampoco azul rey, tal vez un intermedio. Tengo una estrella de veinte puntas, pero puedo hacer que sean menos. Sus puntas pueden llegar a ser peligrosas... peligrosa sutileza.
Pero ahora es cuando me pregunto, ¿como habrá hecho para atrapar una estrella?
El adivino es capaz de ver la ternura detrás de la astucia ...pretendo serlo.
¿Que siente el pintor ante dicho paisaje?, ya no es pintor porque no pinta, pero igual no es un simple espectador ya que alguna vez pintó. ¿Quien es entonces?
Como las estrellas, inalcanzables... es tan grande el anhelo del hombre por ellas, que se vió en la necesidad de materializarlas. ¿Cuan grande sería la decepción del hombre al pensar que el puntito blanco que tanto quiso, al mismo que pidió ese secreto deseo, en verdad es una cantidad insignificante y cuantiosa de materia acumulada?, un comun cuerpo celeste. Pero entonces recordaría todo lo que ese cuerpo hizo por el, las noches que lo veía, esa mirada perdida y recíproca, aquel deseo secreto, aquella compañía y ternura. Y el cuerpo vuelve a ser un puntito minusculo, el que siempre quiso, y la decepción ya no existe... pena por haberla sentido.
El puntito blanco quedó en su imaginación, y ahora es una hombre de las estrellas, uno de puntitos blancos, esos que en las noches tardaba horas en contar, los mismos que unía su corazón formando figuras que sólo para el tenían sentido.
Así que es mi deber decir que tengo una estrella, y no una cualquiera, pues aunque la mía también brilla y titila, es de color azul, no azul bebé, tampoco azul rey, tal vez un intermedio. Tengo una estrella de veinte puntas, pero puedo hacer que sean menos. Sus puntas pueden llegar a ser peligrosas... peligrosa sutileza.
Pero ahora es cuando me pregunto, ¿como habrá hecho para atrapar una estrella?